Preguntas Frecuentes

Los trastornos alimentarios afectan a una gran cantidad de personas en diferentes momentos de sus vidas. Las tasas de estos trastornos son particularmente altas en mujeres entre las edades de 12 y 35 años. Se estima que entre el 0,5% y el 3,7% de las mujeres sufren de anorexia en algún momento de sus vidas, mientras que entre el 1,1% y el 4,2% experimentan bulimia. Además, aproximadamente entre el 2% y el 5% de las personas, tanto hombres como mujeres, padecen trastorno por atracón en algún momento de sus vidas. Es relevante señalar que las personas pueden enfrentar un tipo específico de trastorno alimentario en un momento dado, pero luego desarrollar síntomas de otro trastorno. Los informes indican que este cambio entre síntomas y comportamientos a lo largo del tiempo es común en los trastornos de la conducta alimentaria.

La cultura actual presta una gran atención al peso y la forma corporal, lo que lleva a preocupaciones que surgen desde temprana edad. Por ejemplo, se ha informado que entre el 40% y el 60% de las adolescentes están a dieta y el 13% se involucra en prácticas de purga. Aunque los trastornos alimentarios se manifiestan con mayor frecuencia durante la adolescencia o la edad adulta temprana, también se han registrado casos en la infancia y la edad adulta. La naturaleza específica de estos trastornos, así como los factores de riesgo y protectores, puede variar, pero el impacto emocional y funcional afecta a personas de cualquier género, sexo, orientación sexual, cultura o tamaño corporal. Se estima que aproximadamente entre el 5% y el 15% de las personas que sufren de anorexia o bulimia son hombres, y alrededor del 35% de las personas con trastorno por atracón son también hombres.*

Tanto la anorexia nerviosa como la bulimia son trastornos caracterizados por una preocupación desmedida por la delgadez y un comportamiento alimentario alterado. La principal diferencia entre estos diagnósticos radica en el estado nutricional del individuo: en el caso de la anorexia nerviosa, la persona se encuentra en un estado de desnutrición, o, en su defecto, esta condición puede ser reemplazada por una pérdida de peso significativa del 20% o más del peso corporal ideal. Por otro lado, los pacientes con bulimia nerviosa, por definición, mantienen un peso normal o superior.

La bulimia se caracteriza por un ciclo de dietas, episodios de atracones y conductas compensatorias para evitar el aumento de peso. Estas conductas incluyen el vómito, el ayuno y el abuso de diuréticos o laxantes. Cuando las personas con bajo peso y anorexia nerviosa también presentan episodios de atracones y purgas, el diagnóstico de anorexia nerviosa restrictiva se transforma en anorexia nerviosa de tipo atracones/purgas. Además, tanto en la anorexia nerviosa como en la bulimia, es común el ejercicio excesivo como método para perder peso o prevenir el aumento del mismo.

Ningún Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) es una elección; más bien, es el resultado de una interacción compleja entre factores ambientales, genéticos, biológicos y psicológicos. Una forma útil de entender las causas de un TCA es diferenciar entre factores predisponentes, precipitantes y perpetuadores que contribuyen a su inicio y persistencia.

Los factores predisponentes incluyen la vulnerabilidad genética, respaldada por investigaciones familiares y de gemelos que sugieren una herencia en los TCA. Actualmente, se están llevando a cabo estudios genéticos para identificar genes específicos que contribuyen al riesgo de desarrollar un TCA.

Los factores precipitantes abarcan comportamientos como las dietas restrictivas o el ejercicio excesivo, así como factores de estrés como enfermedades, traumas o pérdidas, que pueden desencadenar la aparición del trastorno.

Una vez establecido el TCA, su persistencia se atribuye en gran medida a factores que lo perpetúan. Estos pueden incluir las consecuencias fisiológicas de la desnutrición o de conductas purgativas, así como comportamientos de ansiedad y evitación relacionados con la ingesta de alimentos variados. La inanición ralentiza el movimiento del tracto gastrointestinal, lo que conduce a la saciedad temprana y el estreñimiento, además de aumentar la preocupación por la comida y el riesgo de atracones. Los vómitos autoinducidos frecuentes pueden causar trastornos en el sistema gastrointestinal y provocar síntomas adicionales como regurgitación espontánea, reflujo y vómitos. En el caso de los pacientes con bajo peso, alcanzar un peso normal es esencial para la recuperación, y para todos los pacientes, es una prioridad normalizar las conductas alimentarias y los hábitos de control de peso, estableciendo pautas alimenticias y estrategias de afrontamiento más saludables.

Las personas que desarrollan Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), especialmente aquellas con el subtipo restrictivo de anorexia nerviosa, a menudo exhiben rasgos de perfeccionismo, un fuerte deseo de complacer a los demás, sensibilidad a las críticas y desconfianza en sí mismas. Pueden encontrar dificultades para adaptarse a cambios y ser propensos a seguir rutinas estrictas. En contraste, un grupo más reducido de pacientes con trastornos alimentarios muestra un temperamento extrovertido, busca experiencias novedosas y puede ser impulsivo, lo que les dificulta mantener relaciones estables. Sin embargo, es importante destacar que no existe una personalidad única asociada con los trastornos alimentarios.

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) suelen desarrollarse durante los primeros años de la adolescencia. Este período marca una etapa en la que los adolescentes buscan independencia de sus padres y pueden distanciarse en sus relaciones. Identificar si los cambios en el comportamiento de tu hijo son parte del desarrollo adolescente normal o indican un trastorno alimentario puede resultar complicado.

Los signos de los TCA varían según el tipo de trastorno y son diferentes para cada individuo. Algunas señales comunes que podrían indicar la presencia de un trastorno alimentario en un niño o adolescente incluyen:

  • Pérdida de peso dramática o fluctuaciones drásticas.
  • Preocupación excesiva por el peso, la comida, las etiquetas de los alimentos y las dietas.
  • Consumo excesivo de líquidos o negación del hambre.
  • Evitar comidas y situaciones que involucren alimentos.
  • Distanciamiento de amigos y actividades sociales.
  • Vómitos autoinducidos o abuso de laxantes, diuréticos o pastillas para adelgazar.
  • Riguroso régimen de ejercicio excesivo.
  • Cambios en la vestimenta, como usar ropa holgada para ocultar el cuerpo o prendas reveladoras para mostrar la pérdida de peso.

Si tu hijo desarrolla un trastorno alimentario, es importante que no te culpes ni hagas que tu hijo se sienta avergonzado. Los trastornos alimentarios son complejas enfermedades mentales que resultan de una variedad de factores contribuyentes y no deben atribuirse a la culpa de ninguna persona, incluidos los padres. Reconocer las señales de advertencia y participar activamente en el tratamiento del trastorno alimentario puede contribuir a crear un entorno propicio para el proceso de recuperación.

No. Existen muchos factores que contribuyen al desarrollo de un TCA en una persona sin embargo sí puedes apoyar a tu hijo o hija con amor en el camino de su recuperación.

Sí. La comunidad LGBTIQ+ tiene luchas únicas secundario a su expresión de género y a su sexualidad lo que hace que la carga de estrés, por estigma y prejuicios, aumente. Si bien, el estrés, el estigma y los prejuicios, no son los únicos componentes que causan un TCA, son factores que pueden contribuir al desarrollo de uno. Además se ha reportado en estudios que los adultos y adolescentes LGBTIQ+ experimentan una mayor incidencia de TCA y conductas alimentarias de riesgo que las personas heterosexuales o cisgénero.

Si sospechas que tú o un ser querido podrían estar enfrentando un trastorno de la conducta alimentaria y los síntomas persisten o empeoran a pesar de los intentos de tratamiento ambulatorio, o si constantemente te encuentras preocupado por pensamientos relacionados con la comida y el peso, te recomendamos considerar una evaluación completa en nuestras instalaciones.

Durante la consulta de evaluación, serás atendido por un psiquiatra y/o terapeuta experto en trastornos de la conducta alimentaria que llevará a cabo una revisión exhaustiva de tu historial y síntomas, así como pruebas médicas y realizará una evaluación de los tratamientos previos que has tenido, en caso de que existan algunos. Te alentamos a que asistas a la consulta acompañado de un familiar cercano, amigo o pareja, ya que creemos que el apoyo y la participación familiar son fundamentales cuando se enfrenta un trastorno alimentario. El médico y/o terapeuta también te podrá ayudar con cualquier problema médico o psiquiátrico que puedas estar experimentando además del trastorno de la conducta alimentaria.

Es común encontrar condiciones psiquiátricas concurrentes, como depresión, ansiedad, abuso de sustancias, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, trastorno de personalidad y trastorno obsesivo-compulsivo. En cuanto a las condiciones médicas concomitantes que pueden requerir tratamiento, éstas incluyen síntomas gastrointestinales, problemas de infertilidad o irregularidades menstruales, osteoporosis o afecciones de dolor crónico.

Al término de la evaluación, el médico te proporcionará un diagnóstico y sugerirá los pasos a seguir en el tratamiento. Estas recomendaciones pueden incluir opciones de medicación, psicoterapia, pruebas adicionales o la consulta con otros especialistas médicos en The Bruch Center. Tu bienestar es nuestra prioridad y estamos aquí para apoyarte en este proceso de recuperación.

Es esencial abordar a tu hijo o hija con calma, empatía y sin prejuicios si sospechas que están enfrentando un problema con la comida, el peso o el ejercicio. Hazles saber que has notado cambios en su peso, sus patrones de ejercicio o su actitud hacia la comida, y que te preocupa que pueda haber un problema. Es crucial que comprendan que tu interés radica en entender lo que están experimentando en lugar de culparles por ello. Anímales a compartir sus preocupaciones contigo y pregúntales cómo te gustaría que les apoyaras. Si se sienten perdidos sobre cómo pueden ser ayudados, ofréceles la posibilidad de hablar con su médico o concertar una evaluación con un profesional de salud mental.

Si tu hijo o hija se muestra reacio a recibir ayuda y dice que no hay razón para preocuparse, explícales que tu preocupación sigue siendo válida y que te gustaría recibir orientación de un profesional. Aunque los adolescentes a menudo resisten las restricciones, necesitan saber que sus padres están involucrados y preocupados, lo que les proporciona un sentido de seguridad. Sin embargo, si en algún momento te preocupa la seguridad de tu hijo o hija debido a su bajo peso, amenazas de autolesiones o amenazas hacia otros, busca atención de emergencia de inmediato.

Entiendo que hablar sobre tus síntomas de un trastorno alimentario puede generar vergüenza y ansiedad, pero es fundamental superar esos sentimientos para tu propia salud y bienestar. Aquí hay algunos pasos y sugerencias que pueden ayudarte a reunir el coraje para hablar con tu médico o profesional de salud mental:

1.Recuerda que no estás solo/a: Muchas personas enfrentan trastornos alimentarios y han tenido que hablar con profesionales de la salud sobre ello. La vergüenza que sientes es comprensible, pero también es un obstáculo que puedes superar.

2.Entiende la importancia de la atención médica: Los trastornos de la conducta alimentaria pueden tener consecuencias graves para la salud, por lo que es crucial que recibas atención médica adecuada. Tu médico puede ofrecerte orientación y apoyo durante este proceso.

3.Conoce que pedir ayuda es un signo de fortaleza: Hablar sobre tus problemas y buscar ayuda es un signo de valentía y fuerza, no de debilidad. Reconocer que necesitas apoyo es el primer paso hacia la recuperación.

4.Prepara lo que quieres decir: Antes de la cita, anota tus síntomas y tus preocupaciones. Esto puede ayudarte a estructurar la conversación y asegurarte de que no olvides mencionar ningún detalle importante.

5.Considera llevar a alguien de confianza: Si te sientes más cómodo/a, lleva a un amigo cercano o familiar contigo a la cita. Tener a alguien de confianza a tu lado puede ofrecerte apoyo emocional.

6.Recuerda que los profesionales están ahí para ayudarte: Los médicos, enfermeras y terapeutas están entrenados para tratar trastornos alimentarios y han escuchado muchas historias similares antes. Su objetivo es ayudarte, no juzgarte.

7.Considera buscar un profesional especializado: Si sientes que tu médico actual no comprende tus preocupaciones, busca un especialista en trastornos alimentarios. Pide recomendaciones a amigos, familiares o en grupos de apoyo.

8.Prioriza tu salud: Recuerda que enfrentar tu vergüenza y hablar sobre tus síntomas es un paso crucial hacia la recuperación y el bienestar. Tu salud es lo más importante.

Recuerda que cada paso que tomes hacia la búsqueda de ayuda te acerca un poco más a la recuperación. ¡Ánimo y no dudes en buscar el apoyo que necesitas para superar esto!

En primer lugar, tu amigo o amiga tiene suerte de contar con tu amistad. Es imposible obligar a alguien a seguir un tratamiento a menos que esté dispuesto a recibir ayuda. Dicho esto, puedes sentarte con tu él y hacerle saber que has notado que sus patrones de alimentación han cambiado y que te preocupa que pueda tener problemas para comer o hacer ejercicio. Es importante abordar la plática de una manera empática y sin vergüenza. Tu amiga o amigo puede enojarse o acusarte de estar celoso o de querer hacerla engordar. Puede resultar muy difícil escuchar esto, pero trata de no tomarlo como algo personal.

Debido al trastorno alimentario subyacente, las personas que luchan contra una baja autoestima y una imagen corporal distorsionada a veces arremeten contra las personas que se preocupan por ellas. Si tu amiga responde de esta manera, dile con calma que lamentas que ella se sienta así, pero que estás preocupado y quieres encontrar una manera de ayudarla. Permanece disponible para ella en caso de que cambie de opinión. Si tu amiga acepta recibir ayuda, debe comunicarse con su médico para que la derive a un médico de salud mental ya sea psiquiatra, psicólogo o nutriólogo especializado en trastornos de la conducta alimentaria. Si tu amiga es una niña o una adolescente, realmente necesitas contarles a sus padres por qué estás preocupado, para que puedan ayudarla. También debes buscar un familiar, maestro o terapeuta con quien hablar para no sentirte tan solo con este problema.

La recuperación es posible y estamos aquí para ayudarte. Contáctanos

Abrir chat
Hola 👋
Necesitas ayuda?
Contáctanos!